En tan solo una mañana la vida le cambió en forma de dos rallas.
Una mezcla de felicidad absoluta y miedo irracional se apoderaron de su cuerpo, y millones de preguntas empezaron a rodar por su cabeza:
-Estaba preparada para todo aquello? - Iba a ser buena madre? - Era demasiado joven para embarcarse en esa aventura? -¡Qué iba a pasar con todos esos sueños que le quedaban por cumplir??
Asustada pero decidida dejó pasar 9 meses (y unos días de gratis más, cortesía de la casa) y después de 18 horas horribles y agotadoras apareció él.
Si, esa chica soy yo y me gustaría decir que la primera vez que nos vimos fue preciosa como me pasó con mi segundo hijo, pero sería una mentira bien gorda. Estaba tan y tan cansada que prácticamente no tenía energía ni para sostenerlo en brazos. Y es que amigos, un bebé de 4’390kg no es fácil de sacar.
Después de dormir unos 20 minutos para recargar energía, lo miré. Lo contemplé durante horas y me pregunté como era posible que algo tan perfecto se hubiera creado dentro de mi. Sentía tanto amor (y siento) que pensé que en cualquier momento me iba a estallar el pecho. Tenía ganas de llorar, de reír, de saltar y gritar a los cuatro vientos que había conocido el amor verdadero.
Todavía no he podido dejar de mirarlo. Crecer con él,acompañarlo en sus logros y frustraciones es fascinante.
Después de tres años ya he encontrado la respuesta a todas esas preguntas que ese día pasaron por mi cabeza.
Nunca podría haber estado más preparada para asumir ese nuevo papel. Nunca seré la madre perfecta, pero poco me importa, me encanta aprender de mis errores y mis hijos rebosan felicidad por los poros y con eso estoy más que satisfecha.
Unos pensarán que me subí al barco de la maternidad muy pronto, otros que no. También me importa bien poco. Que queréis que os diga..Vosotros sois conscientes de lo divertido que es jugar todos los días a médicos y a piratas, revolcarse por el suelo, saltar por los bancos y correr como si no hubiera mañana¡¡¿? ¡He vuelto a nacer!!!
Sigo soñando a todas horas, pero ahora hay alguien mirándome que me dice: Tú puedes mamá. Y no hay nada más reconfortante que eso...
Y la chica de pueblo al fin consiguió lo que tanto deseaba, perderse por el mundo de los ojos de sus hijos y construir un gran imperio, su familia.
y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Ay oma, que sentimentales estamos todas..
Me encanta!!! Nunca se es demasiado nada para nada. Cuando se le pone ilusión a tu vida todo sale adelante.
ResponderEliminarUn cuento precioso! ❤️
ResponderEliminarPrecioso relato de otra faceta de la mater-paternidad, cuando llega sin esperarla. Y queda bien claro, nunca seremos madres perfectas... (y menos mal!)
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ResponderEliminaray <3333333 se me han puesto todos los vellos de punta. Sois preciosos. Os quiero!
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