SER MADRE, SER HIJA

El día que me convertí en madre, me adentré en este universo tan maravilloso lleno de obstáculos que hacen que aún sea mejor. Se creó en mí un sentimiento mayor al que podía imaginar; esa personita que estaba a mi lado era MI HIJA, nuestra hija. Ya éramos papas y no me lo podía creer. De repente, nació en mí LA FUERZA, la fuerza para superarlo todo, la fuerza para superar el dolor de la cesárea y bajar a ver a mi pequeña cada día, cada hora; la fuerza que me ayudó a pasar ese primer fin de semana en casa, tan intenso, duro y maravilloso. La casa llena de gente, mi pequeña llorando porque no sabía cogerse a la teta, la frase de “ponle el chupete” o la otra de “dale un biberón”. Pero esa fuerza me ayudó. Yo soy tú MAMA y juntas vamos a poder.   

Y pasaron los días… y pudimos… y cada día ha sido único, has ido creciendo junto a mí, he ido creciendo junto a ti y así seguimos.

Ahora sé que ser madre es algo único, algo intenso. Por eso ahora veo el SER HIJA como algo distinto. Se me saltan las lagrimas al ver a mi hija, quererla tanto y entonces, pensar en mi madre y en mí cuando era pequeña, en este sentimiento que ella ya ha vivido y que quizás, yo, no lo he sabido valorar. MAMA TE QUIERO, no sé si te lo he dicho mucho, la verdad, no lo recuerdo, por eso ahora te lo digo, porque se lo que es SER MADRE. Supongo que por eso siempre has estado ahí, a mi lado, para apoyarme en mis decisiones, te gustasen o no. ¡Gracias MAMA, gracias abuela de mi pequeña! Vivamos ahora juntas este sentimiento de SER MADRE y SER ABUELA.