Se hace camino al andar...

He de confesar que estoy un pelín emocionada por tener un ratito para escribir y es que, escribir me ordena y a veces me alivia. Es por esto que hace un año, cuando me quedé embarazada,  un sinfín de sensaciones empezaron a nacer en mí y quise escribirlas para interiorizarlas, inmortalizarlas y poder revivir ese “yo” que pasaría volando.  Tras unas páginas me dí cuenta de que lo que realmente estaba haciendo era escribirle a esa personita que llevaba dentro. En ese diario iba reflejando los datos de las revisiones pero también escribía donde habíamos estado ese día, quien eran las personas que se iba a encontrar cuando naciera y cómo todas esas personas le estaban acogiendo… y me surgió la idea de regalárselo cuando fuera capaz de entenderlo.

El diario tiene una calidad literaria que mejor no comentar, porque parece más escrito por una quinceañera que por una mujer hecha y derecha, pero lo que quiero que sienta al leerlo es que ella importa desde el principio, que tiene su sitio en la vida y que se respete por ello.

Todo esto no surge de la madre superpoderosa y superorganizada que ya tiene el regalo de su hija cuando cumpla los 20, ni de la madre “escritora”, ni de la madre “original”…

Esto surge de la persona que durante su embarazo pensó que iba a ser una madre alegre, decidida y sin complejos pero que tiene que convivir con miedos, inseguridades y alguna que otra paranoia.

Esto surge de alguien de naturaleza controladora (y de formación profesional también), que se encuentra con algo que es de todo menos controlable, un ser libre.

Esto surge de esa persona que, a pesar de querer controlarlo todo  no tenía un modelo de crianza, pero que el que está llevando es el último que se hubiera imaginado que seguiría: lactancia a demanda, porteo, grupo de madres, BLW, Montessori (¿monte qué?), excedencia, jornada reducida…

Esto surge de alguien que se da cuenta de que se encuentra muy cómoda rodeada de todas sus contradicciones, las que dan voz a su instinto, a la niña que lleva dentro y a su ilusión de ser madre.

Esto surge de la persona a la que se le cae el estandarte de madre que todo lo tiene que saber, para tumbarse al lado de su pequeña mariposa y decir: a ver qué tal se ve el mundo desde aquí…ese momento revelador en el que te das cuenta de que el libro de instrucciones sí que lo traen, son ellos mismos y sólo hay que escucharlos como si fuéramos niños para luego actuar como adultos que somos. 

Ese momento en el que sientes un agradecimiento pleno y sincero hacia tu pequeñ@ porque haga camino contigo.

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